¿Fidelidad?: Aproximación a la obra de Tom Day

Por Juan Pablo Torres Muñiz

¿Fidelidad? No. ¿Qué espera uno de verse a sí mismo representado en una fotografía? Antes: ¿qué sabe uno de su imagen física antes de dar con su reflejo, más bien, con los diversos reflejos de sí que ofrecen distintas de superficies? ¿Qué hay, además, de los ojos de los demás?

¿Cuánto hay aquí, más bien, de refracción, con el autor de la fotografía como prisma?

Tom Day nos dice algo al respecto a través de la discusión de la práctica frenética del autorretrato fotográfico conocido como selfie.

Dizque instrumento, dizque performativo, dizque para la construcción de identidad, hablar de selfies acarrea consigo el uso intrusivo de términos como «autoimagen», entre otros, tanto o más absurdos. Sin embargo, al menos hay concierto respecto del conflicto que genera entre la persona, una construcción racional compleja integrada de múltiples personalidades, y la identidad provisional y condicionada que se redefine constantemente según las interacciones sociales que suscita.

En un contexto de habitual hiper edición y estilización caprichosa, Day utiliza su técnica pictórica para explorar la distancia entre el ideal que estos autorretratos fotográficos promueven y la realidad de quienes posan en ellos…y, ahora, para él. Su enfoque, marcado por trazos vigorosos y un contraste notable de formas y colores, apunta, sin más, a la destacar la búsqueda de cierta autenticidad imperecedera, lo que contrasta con la superficialidad de los miles de imágenes de redes sociales. Se impone con provocadora arbitrariedad: ora potenciando el efecto impresionista en aras del mayor «impacto favorable», ora exagerando el patetismo del mismo afán, casi sin distinción.

Aquí y ahora, que la exposición de imágenes de uno mismo ha democratizado la expresión arbitraria, hiper subjetiva, ajena a la realidad material, la pintura de Day, en vez de complacer, refuerza los problemas de todo afán de definición permanente de nada más un aspecto del complejo personal, en sí mismo, sometido a cambios biológicos, a la organicidad de quienes somos, en definitiva, mortales, mil veces mortales.

Nada de conciliaciones. La realidad no es dialéctica, pero nuestra vía de comprensión sí. Así que queda de un lado, uno mismo, y del otro, ¿quién o qué?

 

(Todas las imágenes, extraídas del portal oficial del artista: Tom Day Art | digital painter)