EN LA SALA DE EXPOSICIÓN - 5

… Inhala…, exhala…; respira… pausadamente…, como al compás de tu mala, que hace tanto tiempo no portas, una cuenta tras otra, dos, tres inhalaciones seguidas, hondas, cuatro, al límite; luego, exhalar, también — al límite, la resistencia, hasta que la alarma se vuelve, llegado un punto, placidez… — dilatación del momento; y vuelta a empezar, ¿en pos de un orden?, no precisamente, más bien atento a cómo — los meandros pautan un ritmo distinto del inicial, a la medida de cada abordaje, beso a la vera, donde al abrir los ojos, coincidentemente, presta al sentido de la reflexión, a su expansión prismática, se revela una imagen, un fragmento de ella,

una estación de la vía, nada arbitrario: una ración — para emprender, entonces, articulando cuidadosamente las ideas, atento alpulsoalaliento del sitio, la vía dolorosa, no lineal, mucho menos recta, ora ascendente, ora descendente, transversal — corpúsculoionda, desde la primera exploración, por su intención, cuando intenté volver hace tan poco, recién, a la vieja casa, y me vi ante el portón de madera tosca, marrón oscuro — esmalte liso cicatrices y grumos, para percatarme violentamente arrastrado, entonces, al primer tacto, al auténtico retorno a esa imagen antigua: la luz de la ventana el cochecito la boca de mi madre y yo del otro lado mordiendo también comulgando — por lo que importa, determinante: me hallé, no sólo al tanto de la necesidad, incontrovertible, sino, finalmente, dispuesto al contraste entre las cosas, los hechos, los sucesos, más bien de sus evidencias, y la memoria, con su argumento falaz, no pocas veces inclinado a justificar sobre todo al resto, opaco yo en la ecuación, sin nobleza, entrega vacía — no una voz, disolución en el material mismo, sino refracción de una

ausencia como un grito a morder de puños que resbala sangre y saliva en reclamo pacato de porqués, como si los hubiera, como si alguien pudiera llegar por ti a brindártelos, y no, nadie vendrá por ti, — eres tú quien ha vuelto ha posado las manos en el portón, la frente, lo ha empujado y ahora toma aire, de a pocos, pausadamente, para ingresar de nuevo, ojos y oídos abiertos, en lengua tendido la piel el pulso adónde me lleve — ración a ración