EN LA SALA DE EXPOSICIÓN - 3

Pero no es todo tan abstracto, por algo hablamos de memoria y, por tanto, mucho más que fatuidades, netamente, sustancia, como dije antes, y me ratifico, como sea: material, siempre material, manipulable, y con ello apelo a las manos, qué más concreto que el cuerpo, organismo, nosotros, cada uno, y todo, en sus tres planos, siempre, porque hay que entenderlo bien: corpóreo, sensible psicológico y racional, pero material, material, mil veces, en su máxima ensoñación, inclusive, imágenes, impresiones de toda clase, articulaciones inciertas de ideas, tejido voluble, esquivo a las palabras, coordinados entre los distintos sentidos, todo, mejor todavía cuando cuaja en una suerte de estampa móvil y volante, en un componente del retablo prismático de uno mismo, la imagen más allá del ojo, fuera de uno, salvo por un par de instantes al espejo, consciencia del tiempo en la piel, de los surcos del tiempo maltratador (por maltratado), aparte los ecos de la propia voz, retraídos al máximo, a la certeza del tiento, apenas, sin más pretensiones que señalar la colocación de uno, como pauta del sonar, cada yerro, cada acierto parcial y, sobre todo, los momentos que uno llama de verdad, que no verdaderos, cuando rasguña lo que es,

asombrosamente simple, en mi caso, por ejemplo, lo más antiguo: un haz de luz en diagonal, de arriba a la derecha, donde canta la ventana que han pasado hace buen rato las primeras horas, y deposita renovado el color a la izquierda, abajo, sobre la cama y mi piel y la piel de mi madre, tonos, tantos, sus manos que levantan entonces un pequeño coche de juguete, morado, rueditas pendientes, que bailan sobre el brevísimo eclipse, velo dulce sobre el gesto de asombro, la boca abierta, tentando una vocal, hasta que ella se anticipa, lo sabe, no podré, y entonces coge un extremo del juguete con los dientes, y me tiende el otro, porque así habrá de ser dicho lo que toca, las cosas — como camino, la luz de los matices, la revelación del sonido de las piezas, prestas luego a la mímesis mediante la lengua, el paladar, los dientes y labios, verdad sencilla, la mañana plena que se abre, entonces, fantástica, al olvido, al olvido, al olvido…